La cultura de la violación: de Cristian Aldana a Donald Trump
La normalización de la violencia sexual en nuestras sociedades.
Cuando leí sobre el caso de Cristian Aldana, vocalista de la banda de rock argentino El Otro Yo, quien está en prisión preventiva por acusaciones de abuso sexual, corrupción de menores y transmisión de enfermedades sexuales, no pude más que pensar en una conexión entre Donald Trump y el caso de este hombre. La conexión es la cultura de la violación.
Como explica Sonia M. Frías, la cultura de la violación es definida como “una compleja serie de creencias que fomentan la violencia de los hombres contra las mujeres y que a la par condonan y normalizan esta violencia“
En Octubre de 2016 surgieron asquerosas e indignantes palabras del candidato electo a la presidencia de Estados Unidos, realizadas en 2005. Un millón de mujeres respondieron al llamado de Kelly Oxford, escritora estadounidense en respuesta a estas grabaciones.
En Latinoamérica no es distinto. Las denuncias contra Aldana surgieron posterior a un video en abril de 2016, en que Mailén, víctima de violación de otro músico argentino (Migue de la banda La Ola que quería ser chau) describe como fue violada en dos ocasiones por este hombre.
https://www.youtube.com/watch?v=ArFZ6ZCfhm8
Para mí, la parte más dolorosa de este video es cuando Mailén cuenta que ella misma no entendió que había sido víctima de abuso y violación hasta que denunció. Porque la cultura de la violación nos permea y nos hace creer que es nuestra culpa.
Ariell, Charlie y Felicitas cuentan las atrocidades ante las que Cristian Aldana las sometió desde que ellas tenían 13-14 años. Y una vez más, la cultura de la violación nos grita cuando Felicitás cuenta:
“Lo seguía justificando hasta el día de la denuncia, había partes que decía, pero yo no le quiero cagar la vida al chabón, y cuando seguía relatando me daba cuenta que el chabón me había cagado la vida a mi“
https://www.youtube.com/watch?v=iJNkH8K7qcA
Qué más sino una clara seguridad de impunidad ante la cultura de la violación, que cuando Cristian Aldana apareció en una protesta, meses antes de su captura, vestido de monja, en un modo de provocación y burla, llamando “feminazis” a sus acusadoras.
La cultura de la violación se muestra cuando Gustavo Cordera, ex vocalista y líder de la banda Bersuit Vergarabat responde sobre los casos de denuncia contra Aldana:
Hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo.
Si yo tengo algo bueno para darte puedo desvirgarte como nadie en el mundo…si me hablás de los derechos no te escucho porque no creo en las leyes de los hombres, sí en las de la naturaleza.
Y cuando Cordera, habla de las “leyes de la naturaleza” se refiere a que la ley debería permitir tener sexo con menores, porque es “natural”; normalización del abuso sexual.
En México, escribimos sobre el caso de la víctima de Sabú Áviles, quien posterior a una declaración, fue denunciado por más mujeres.
La cultura de la violación se expone cuando sabemos que las mujeres en México sufren su primer acoso sexual entre los 6 y 10 años, según el #MiPrimerAcoso que mostró esta tendencia.
En 2016 se estimaron cifras de hasta 560 violaciones diarias en México, pero la disparidad de estos datos yace en el silencio, el miedo y la impunidad.
La cultura de la violación se exhibe cuando mujeres activistas y feministas son amenazadas de muerte.
Y es que la cultura de la violación nos hace creer que si nos gritan en la calle es nuestra culpa porque salimos en minifalda; que si nos violan en una fiesta es nuestra culpa porque bebimos alcohol, porque tomamos drogas; que si nos empalan y morimos por hemorragia interna es nuestra culpa por irnos con desconocidos.
Personalmente admiro a Felicitás, Ariell, Charlie y a las otras decenas de mujeres que han continuado las denuncias contra Cristian Aldana porque rompieron la cultura de la violación y siguieron sus denuncias a pesar del miedo, la vergüenza y años de sufrimiento.
Las admiro porque el año pasado fui víctima de una violación en mi casa y no me atreví a denunciar por miedo a represalias, por miedo a revictimización y por miedo a que nadie me crea. Como le pasó a Yakiri Rubio, quien mató a su violador y fue ella quien pasó 3 meses en la cárcel.
Las admiro porque por mis comentarios sobre acoso callejero fui víctima de amenazas en Twitter y lo que hice fue cerrar mis cuentas de redes sociales. Como le pasó a Andrea Noel quien fue atacada en la Ciudad de México y tuvo que salir del país por amenazas de muerte en su contra.
En México surgió la campaña #NoTeCalles, porque las denuncias, a pesar de que no sean legales, deben ser expuestas. También el movimiento #VivasNosQueremos. En Argentina #NiUnaMenos surgió tras olas de feminicidios.
Como activista y periodista las apoyo porque debemos acabar con la cultura de la violencia y la violación, porque con su valentía han roto una parte de esa gran cadena que se impone ante las mujeres que normaliza el acoso, la violación, el abuso sexual y los feminicidios.
Decenas de miles de mujeres están siendo atacadas, violadas, amenazadas y asesinadas alrededor del mundo en este preciso momento.
Debemos detener esta cultura y debemos comenzar exigiendo justicia.
#VivasNosQueremos
#NiUnaMenos