Antes, ahora y después. Creep somos todos
Tengo una creencia mística- mágica- musical sobre la persona que soy y la conexión que existe con la música que he escuchado a lo largo de mi vida y les voy a confesar: hasta mis 17 años (amen mi inocencia) me rehusaba escuchar a Radiohead; entre Michael Jackson, las cumbias en las fiestas familiares, el pop de la primaria y secundaria y mis tiempos en la prepa 9, queriendo decir, los 10 más pedidos de MTV, bandas locales de reggae en la colonia Industrial, psychodelic trance (sí, era bien raver, también lo confieso), Björk, The Doors, Muse y Tool, se había moldeado un gusto musical dentro del cual Radiohead no generó ninguna curiosidad.
Pero pocos recuerdos tengo tan claros en mi vida como la primera vez que escuché Hail to the Thief. Compré una copia por recomendación de dos chicos que tenían un puesto en un tianguis en la colonia Prensa Nacional, al norte de la ciudad; era un puesto de discos “alternativos”, me encantaría saber la historia de ese espacio que se convirtió en un referente sobre lo que escuché en los años siguientes.
Regresé a mi casa (ahora casa de mis padres) y puse el CD en el recién comprado estéreo ubicado a lado de las figuras de porcelana y con una muy linda carpeta bordada para protegerlo. Mis padres no estaban así que pude subir el volumen hasta el máximo y acostarme en el sillón. Eran mis vacaciones entre la preparatoria y Universidad. Las siguientes semanas compré todos los discos anteriores de Radiohead y los escuché una y otra vez, pero Hail to the Thief fue y seguirá siendo al que siempre vuelvo.
“2 + 2 = 5” se convirtió en un romance. La escuché cientos de veces, me hipnotizaba la voz, la incongruencia de no entender a quién estaba dirigida y sobretodo, ese inaudito momento al minuto con 53 segundos que hasta el día de ayer, en su concierto en la Ciudad de México, 13 años después de haber escuchado por primera vez esa canción, tuve a bien comprender la grandeza que ese disco representa en mi vida.
No soy ninguna experta y no puedo explicar técnicamente lo que quiero decir, pero Hail to the Thief marca ese sutil pero brutal cambio en el sonido de Radiohead.
Entender Hail to the Thief es entender ese momento en que la política, la critica, la realidad y la música tienen sentido. Es comprender que la música es un medio de comunicación, que expone realidades, forma ideas, abre caminos; asimismo, es entender que nuestra generación, los que estamos entre los 28 y 45 años vivimos un cambio histórico de paradigmas sociales.
En mi caso, marca el día que me volví una ferviente admiradora de Radiohead pero también marca el momento en que pude discernir mis gustos musicales, mis ideas y mis discursos.
Y para terminar esta primer columna en Digger un poco de provocación. Ustedes niños y adolescentes de los 90’s que escucharon “Creep”, que se la saben y la cantan en todas sus pedas, en todos los karaokes y que le suben en su coche cuando la pasan en Universal Estéreo, ¿Cuál es el problema? “Creep” nos representa a todos, antes y ahora y después, porque nadie sabe qué está haciendo aquí y ninguno de nosotros pertenece aquí.