La Roma Records| La odisea de escuchar a Jagwar Ma
En realidad mi plan era dormir; me puse la pijama, apagué la luz y me metí a la cama. Pero de repente recordé que tenía el disco Every Now & Then de Jagwar Ma, fresquecito en mi iPod Classic y listo para ser escuchado. Después de tres años de esperar la secuela a su exitoso debut, no quise esperar un día más. Saqué mis audífonos finos del cajón, los que sólo uso en ocasiones especiales y emprendí el viaje.
La primera canción “Falling” sirve para limpiar el paladar y gradualmente, te va sumergiendo en el mar de estrellas que es este LP. Para cuando entra la guitarra de “Say What You Feel” es como si de pronto amanecieras en una playa sideral, cual Dorothy poniendo pie en Oz. Se van sumando las capas de sintetizadores, dulces y viscosos y, el beat aprieta el paso hasta que explota en un mantra:
“Pride has no place in this room / El orgullo no tiene lugar en este cuarto.”
Y sí, la densidad de la rola aligera el cuerpo, alienta a bailar sin pensar, a ser tú mismo. Frecuentemente, cuando se habla de Jagwar Ma se menciona a los Beach Boys, a Primal Scream, al chillwave. Me permito agregar a ese repertorio de referencias a Hakuna Matata; esa escena en el Rey León donde Simba baila con sus amigos en medio de la jungla, sin preocupaciones. Así brinqué en mi cama: es inevitable. Recordé la primera vez que vi a esta banda en vivo: Gabriel Winterfield se quitó la camisa, brincaba descontrolado, cantaba “Lovefool” a todo pulmón por que […] más bien, ¿porqué no?.
Every Now & Then es una invitación a vivir el presente, a olvidarte del tiempo y el espacio:
“We dance in circles til we die / Then we´ll rise forever / Don’t you know forever never lasts.”
Las notas oscilan, a veces en suaves ondas, a veces en olas masivas —como las de Australia, tierra de origen de la banda—, olas sobre las que sólo se deslizaría un surfista muy pro. Precisamente yo diría que la magia de este disco es su manera de ser impredecible; cuando el tempo empieza a relajarse y parece que “Loose Ends” está llegando a su fin, resulta que sólo es un respiro, una discreta transición que revienta en un bajo expeso, en un redoble de percusión irresistible que probablemente proviene de las manos de la Stella Mozgawa, baterista de Warpaint e importante colaboradora de este disco.
Sin embargo, como canta Gabriel, nada es para siempre y todo es temporal. Aunque parece que este disco es un espiral infinito de puro dance, eventualmente se acaba; disipándose en “Colours of Paradise”, como el humo que decora su portada. Es todo un trip intenso, con sus altos y bajos, como cuando estás raspando el huarache en el antro y piensas que no puedes más pero el DJ le trepa al beat y te entra un segundo aire; y un tercero y le das más duro.
Hasta que de repente abres el ojo: al principio no sabes dónde estás pero eventualmente te invade la realidad, te das cuenta de que son las 11 AM, de que te quedaste dormido atrás de la barra de un antro salvaje en Berlín cual nombre no sabes pronunciar (true story bro). Pero todo está cool, porque fue una gran noche[…] un gran sueño […] un gran disco.
Texto de Camila Rodríguez