Revancha: El legado de Ol’ Dirty Bastard
Desde su creación, Wu-Tang Clan fue concebida como una especie de secta que apela al conocimiento y sabiduría colectiva; ello, con el fin de llevar a cada rincón del planeta el mensaje de los dioses del rap. Uno de los monjes más avanzados fue Ol’ Dirty Bastard; él era un joven con actitud de sacerdote gangster que se encontraba obsesionado con el poder de la palabra.
A través de Return to the 36 Chambers: The Dirty Version, Ol’ Dirty Bastard adentra a los nuevos feligreses a la doctrina ninja, mafiosa y hustlera que el Wu-Tang Clan ha pregonado por más de 20 años. En su primer trabajo como solitario, Ol’ Dirty Bastard muestra esta habilidad lírica casi escurridiza que remite a los cantantes caribeños de dancehall de los años setenta. Las rimas son ardientes como las velas que alumbran las iglesias, mientras los devotos piden perdón por sus pecados.
La mayoría de los tracks tienen ese estilo tumbado de la costa este: un boom bap mucho más seco, con arreglos de bajos groovys y teclados. Después de un largo intro que muestra la comicidad irónica que Ol’ Dirty Bastard maneja a lo largo del disco; el comediante Richard Pryor es la primera voz en sonar en “Shimmy Shimmy Ya”, canción que con el paso del tiempo se convertiría en el grito de guerra del viejo Bastard. Similar al “Hootie Hoo” de Outkast.
Conforme pasan los tracks, los compas del Wu-Tang Clan aparecen en esta misa celebrada por el pastor Ol’ Dirty Bastard. Comandados por el jefe supremo RZA, uno a uno comienzan a pasar al estrado para recitar alguno de los versículos de la doctrina Shaolin. De hecho, es de las pocas veces que aparecen la mayoría de los miembros originales del clan; incluyendo a Brooklyn Zu, uno de los homies más cercanos a Ol’ Dirty Bastard.
Return to the 36 Chambers: The Dirty Version podría parecer una secuela del disco debut del colectivo, pero el contenido musical y lírico está muy distante. Como ajedrecista, el interprete crea rimas que se mueven hacia una dirección específica y tienen como principal objetivo destrozar el cuello del Rey.
Otro de los aspectos relevantes del primer disco como solista de Ol’ Dirty Bastard es el arte de la portada; creada por Brett Kilroe, en ella el músico es retratado una credencial que le otorga asistencia alimentaria. La ironía dentro de esta imagen refleja el ácido sentido del humor que Bastard tenía a la hora de crear música.
Desafortunadamente, en noviembre de 2004, Ol’ Dirty Bastard perdió la vida debido a una sobredosis letal. La demencia llevó al rapero de Brooklyn a experimentar en todos los sentidos con su vida, hasta que llegó un punto en el que su cerebro explotó. El legado del artista es muy amplio: muchos lo ubican con el más original de los miembros del Wu-Tang Clan, otros siguen llorando su muerte y lo colocan dentro de la lista de los personajes más icónicos de la cultura hip hop; pero sobre todo de Brooklyn.
Guardando proporciones y dentro de esta nueva camada de raperos, Danny Brown es uno de esos personajes que indudablemente remite a Ol’ Dirty Bastard. Su excentricidad a la hora de experimentar con sonidos, su locura a la hora de rimar y la velocidad mental con la que ensambla frases que salen de su cerebro, hacen que Brown sea uno de los más avanzados aprendices en el juego del rap.