#HERTZflimmern 3: El regalo alemán
La noche del sábado pasado mientras caminaba hacía el Pasaguero, el foro musical encallado en el centro de la Ciudad de México y al cual no había ido desde hace un buen rato, la extrañeza me guió.
La ocasión era la tercera entrega de Hertz Flimmern, la serie de eventos organizados por el Goethe Institut Mexiko en colaboración con las plataformas locales Ensamble y Rockets y que celebran el Año Dual Mexico-Alemania en una fiesta que nos ha dado la oportunidad de saborear un poco de la nata musical alemana conjuntada con el talento de nuestro país.
Al llegar a la calle de Motolinia, unos tremendos bajos se instalaban en el corredor que era ocupado por varios morros que aprovechaban la oscuridad de la calle para hacer un precopeo nada discreto.
Me les uní por un rato frente a una pared adornada por un grafití que rezaba “Lepra Pobre” en color amarillo, como si el lema no fuera lo suficientemente llamativo. Después de un pequeño rato, la música del lugar me llamó bastante por lo que decidí entrar a calar la situación.
Me había retrasado por lo que llegué a escuchar un rato a Hexorcismos y un set que estaba poniendo en movimiento repetitivo pero contundente al público. Supe que iba a ser una de esas noches en que el goce de la música encuentra su mejor salida en el baile por lo que pedí una cerveza.
Llegó la hora de una de las cartas fuertes de la noche y el primer representante del colectivo y label PAN. Bill Kouligas machacó con un sonido híbrido entre techno, industrial y el toque alemán bastante noiseado que se fundían exquisitamente en la luz roja que ambientaba todo el foro transportándome a un decadente bloque de hormigón berlinés en el momento.
El taladrante set de Kouligas me hizo perder la noción del tiempo y, cuando me di cuenta, M.E.S.H., el nombre más esperado de la noche, se había instalado también en los controles para darle un acabado más áspero y filoso al sonido.
Para cuando Kouligas abandonó el escenario y M.E.S.H. descargaba su ira en solitario, la visión ya era borrosa, el ambiente vaporoso y la música cruda. La pista del Pasaguero estaba infestada de baile. De ese sabroso, robótico e insistente; el regalo alemán.
Salí y los morros del precopeo seguían con tomando cervezas frente a la pared grafiteada. No recordé haberlos visto dentro del foro en ningún momento. De lo que se perdieron.