Hablamos con LaTenaz, de Colombia, sobre el arrabal y el rock de su nuevo álbum: Rockarrabalera
Latenaz es una mujer que se desgarra en el escenario para contar sus historias y contagiar al público con la intensidad de sus emociones. Amante de los sonidos de antaño como el tango, vals y, en general, de la música latinoamericana, pone esta esencia al servicio del rock y el blues para amalgamar algo que ella denomina Rockarrabal, una fusión única de pasiones y emociones. Como Latenaz ha publicado un álbum llamado Canto al Amor y ahora regresa con su nuevo disco, Rockarrabalera. Este disco es la narración de una transformación artística musical y visual por parte de Latenaz, en la que se reafirma como una mujer dentro de una sociedad cambiante, construyendo desde el amor y el desamor hacia un despertar de la conciencia. Musicalmente trae la montaña y la ciudad, agarrando sonidos más universales dentro de su mismo crecimiento y conocimiento, este proceso se fortalece colaborando con otros artistas que enriquecen su propuesta con nuevas voces y miradas. En síntesis, podría decirse que Rockarrabalera es una transformación ecléctica y soñadora, pero con los pies firmemente posados sobre la tierra. Hablamos con la cantautora colombiana sobre su nuevo disco.
Para empezar, quisiera saber, en tus palabras, cuál fue el concepto transversal para Rockarrabalera.
Rockarrabalera es recoger en una sola palabra lo que he venido construyendo musical y conceptualmente durante estos 7 años de trabajo como solista. Mi música esta influenciada por el arrabal (tango, vals, ranchera y sonidos latinoamericanos populares) y también por el rock y el blues que siempre han estado en mi vida. En propuestas anteriores como Supervelcro y Flora Caníbal, y desde siempre también, he estado permeada por estas dos corrientes musicales, más aún en mi tierra, Armenia, Quindio, en donde el rock era lo que escuchaba de pequeña y el bolero, el tango, la ranchera, el vals y la música romántica y cantinera era la música de mis padres y mis abuelos. Hoy encuentro en esa música mi camino, sin abandonar lo otro. Siento que en Rockarrabalera se encuentran estos dos caminos, estas dos generaciones y es algo que veo en mis conciertos. Como me dijo hace poco alguien: “su música es perfecta para escucharla con las tías de la casa, pero desde un alma rebelde”.
En cuanto a todo lo visual estoy muy contenta con el resultado, siento verídico ese camino y como al recorrerlo pasó por diferentes vivencias, lugares, sensaciones y sentimientos que ahí se reflejan: la montaña, el color, la ciudad caótica y transpasar fronteras musicales y de aprendizaje que hacen que esté más encendida que nunca.
En ese sentido, ¿cómo dialoga o quiebra el camino recorrido en Canto al amor?
Como decía antes, Rockarrabalera es la evolución. En Canto al amor tengo composiciones que incluso venían desde Flora Caníbal, es un disco que está más permeado de ritmos latinoamericanos y en el que siento que estoy buscando un camino conceptual. Rockarrabalera es la reafirmación, se conserva la parte latinoamericana, pero crecen más los sonidos rockeros y se deja tocar por la experimentación en la que el eje siempre será mi voz sentida. Si hablamos de un quiebre creo que “No hay Palabras”, que es la primera producida de este álbum, rompe un poco el sonido que venía haciendo y se abre hacia un sonido más universal y, sin duda, es como una punta de lanza para la construcción de las demás canciones.
El disco tiene tres puntos ejes, pero estos se intercalan durante el recorrido. ¿Cuál fue la idea para construir la curva de escucha?
Rockarrabalera se fue construyendo durante los años más duros de la pandemia y los primeros meses de 2022. Son momentos y sensaciones que se pueden entender en 3 o 4 ejes que antes de ser organizadas en el disco, nos tomamos tiempo en pensarlo con el equipo de trabajo de Latenaz y quisimos darle una curva al escucha que no necesariamente es cronológica. Empezamos con una canción contundente, rápida y que reúne un poco lo que en general es el álbum y quizás la más “universal” del disco en cuanto a sonoridades, luego pasamos a un tango, una de las canciones favoritas de este álbum y es la cuota fuerte del arrabal, luego seguimos con la trilogía que habla de la línea de tiempo de mi vida, y es con la que exorcizo varias cosas del pasado, podríamos decir que es un poco el fuego con “Sacar de mí”, aire y agua para “Ahí Voy” y la tierra y pisar duro con “He Venido Otra vez”. Luego en la mitad del álbum está “No hay palabras”, el eje y la transición perfecta para las parrandas, el rockabilly y la fiesta de “Me quiero más a mí”y “Mi buena suerte” y, finalmente, “Mundo Etéreo”, un desafío que tenía pendiente con el bolero. Y como cuarto eje están los bonustracks, “La Superificie”, canción hecha con elementos caseros en plena pandemia y que fue ganadora de una convocatoria pública y finalmente Más, canción que se incluye en Canto al Amor junto a La Ramona, y que en este álbum quise incluirla en su versión original.
Ese es un poco el resumen de curva de escucha, ritmos universales y latinoamericanos, rock y exorcismo, parranda rockabilly y fiesta, el bolero y los bonustracks.
Hablemos también de los videoclips que antecedieron al álbum. ¿Qué buscabas comunicar con ellos?
Con estos videos dejé que cada director o directora y hasta yo misma leyeramos esos mensajes desde diferentes perspectivas. Creo que los videos, así como la imagen del álbum ya viéndolos en conjunto, logran plasmar eso mundos de los que tanto hablo de mi tierra, de lo coyuntural en el país y en mi evolución musical.
Es un álbum con una plétora de colaboraciones. ¿Cómo aporta el diálogo con otros creadores a un discurso tan personal como es el de LaTenaz?
Hay momentos del álbum que son personales, pero también hay otros en los cuales se conectan con otros artistas, como “Mi buena suerte”, que nace cuando el país estaba en momentos complejos, de injusticias, de un mal gobierno que miraba hacia otro lado frente a la realidad que se estaba viviendo, de masacres y desapariciones, y ahí es cuando me conecto con Linda Habitante y decidimos escribir y lanzar esa canción. “La Superficie” fue hecha en un momento de pandemia en donde desde el encierro Oliver Camargo (productor) y yo nos paramos desde la perspectiva de diferentes personas para transmitir lo que se estaba sintiendo en pandemia. “No hay palabras” es la canción que marca un antes y después donde decido abrirme a componer con otras personas y a experimentar con otras sonoridades. Y “Mundo Etéreo” es el bolero western que tenía rondando en la cabeza y que encuentra en Fer Cely, de Los Rolling Ruanas, al socio perfecto para hacerlo real.
¿Cómo sientes que Rockarrabalera dialoga con el paisaje musical colombiano contemporáneo?
Siento que Rockarrabalera tiene mucho esa esencia montañera, muchos ritmos de la región andina en especial del eje cafetero, con las parrandas, con el bolero, con el tango y en general con la música latinoamericana, es música que siempre ha estado y que ahora muchas propuestas y artistas contemporáneos de Colombia están adaptando y encontrando nuevas sonoridades, pasa tamibén con otras regiones como los llanos orientales, Santander y toda la movida de Pasto, que trayéndolos a esta época se convierten en sonidos nuevos y muy frescos.
“La superficie” fue compuesta para una convocatoria muy particular en tu país durante la pandemia. ¿Cómo sientes que puede establecer puentes con el resto del disco funcionando con unas reglas de composición tan particulares?
Una canción de Latenaz por más que se intente despegar de lo demás siempre se sentirá como una canción de Latenaz. Creo que, independiente del género, mi voz y mi manera particular de cantar siempre narran algo, hay una historia de vida, en este caso de vidas, la forma de componer no fue más que pararse desde otras perspectivas y armar una estructura donde reeplazamos los intrumentos por elementos de casa con sonidos que nos ayudaron a armar la historia, conservando sonidos de Latinoamérica y buscando que justamente ese chachacha sabrosón nos pusiera en un lugar optimista en medio de tanta tragedia, y así soy yo en general, como dice mi canción “Mi buena suerte”: Arrebatada voy caminando siempre cantando así esté llorando.
Al final, siento que es un disco que empodera desde la voz de una mujer poderosa. ¿Crees en la música como herramienta de sanación o terapeútica?
Por supuesto que si. La música es mi medicina y estoy segura que la de casi todo el planeta, nosotros los creadores y creadoras plasmamos nuestro sentir y sacamos dolores y nos empoderamos, los escuchas se inspiran y las hacen suyas o las bailan, la viven, las lloran y son sus bandas sonoras, eso es lo más terapeutico que pueda existir.
Por último, hablemos del papel de la mujer en la música colombiana contemporánea. ¿Cómo te ves a ti con relación a otras creadoras? ¿Por qué crees que el público ha empezado a entregarse cada vez más a la experiencia femenina devenida en canción?
Tengo que estar totalmente agradecida por la cantidad de mujeres que lideran el mundo de la cultura, el arte y los derechos de las mujeres por abrirnos el camino para ser más visibles, sin embargo creo que estamos en nuestro gran momento a nivel mundial, las mujeres han dejado el miedo a pararse duro, a liderar, a estar de frente y a demostrar a través del talento y el intelecto cuan poderosas son o bueno somos , por que debe ser así, llevo muchisímos años en la música y la cultura y creo que mi trabajo habla por mí no sólo por el hecho de ser mujer sino por mi fuerza, mi constancia y el recorrido que he hecho. Que nos escojan por buenas, por talentosas no por llenar la cuota femenina. Bien por las mujeres porque lo que hay es talento.