Bahidorá: Un sueño surreal en las Estacas
Texto por: Miguel Nava
Fotos: Aida Zelegna / Julio Rodríguez
La explicación etimológica de la celebración cristiana del “Carnaval” es compleja, pues existen dos versiones: la primera menciona que los elementos latinos care y levare de la palabra, significan deshacerse de la carne en casa pues se aproxima cuaresma. La segunda aún más divertida dado que levare también puede traducirse como aliviar, explica que el Carnval es el alivio de la carne corporal en el sentido más sexual de la palabra. Asumiendo que la mayoría de los asistentes al Carnaval de Bahidorá son veganos, nuestra primera opción queda descartada.
Todo empezó el viernes en la noche. Una explanada completa de casas de campaña se levantó en el parque Las Estacas, encallado en el corazón de Morelos, para una nueva edición del festival más hippie-chic del condado. El campamento parecía interminable: casas de campaña de todos los colores, formas y tamaños posibles, tapizaban las colinas del lugar y, fuera de ellas, un sinfín de transeúntes nocturnos trataban de calentarse y de ir agarrando cayo para el sábado. “El Umbral”, la única actividad abierta a esas horas del viernes, era el lugar ideal para pasar la noche. Una enorme fogata y la primera ronda de DJ’s nos pusieron a tono con lo que vendría después.
Tras una noche de frío punzo cortante, el sol nos despertó con todo. La primera parada obligada eran las regaderas, pero al ver la descomunal fila que les antecedía decidimos proceder al desayuno. Para esta actividad obligada y necesaria había más opciones: desde el rollo gluten-free-cero-carbs-cero-fun, hasta los burritos grasosos acompañados de papotas. Algunos de nosotros no la pensamos mucho y nos entregamos a los burros y los obligados chilaquiles mañaneros, para después lanzarnos al primer acto en nuestra lista.
Wet Baes fue una gran elección para abrir el festival. Los paisajes veraniegos y coloridos, soñolientos y vaporosos del músico, son un arma perfecta para disfrutar de un lugar como Las Estacas. A su corta edad, este joven productor sabe muy bien como tocar a la gente sin mucha fanfarria. Y eso se agradece.
Systema Solar empezó a subirle el bpm rate al escenario central y dejó la cama lista para Mad Professor, un señor en el escenario que puso a bailar encima de éste a varias morras del público y que dio por inaugurado el Carnaval. Mucho baile y mucho calor. Así es Bahidorá.
Las Estacas es un lugar enorme, recorrer el parque entre penachos, caras pintadas, batucadas esporádicas con chinelos y limpias chamánicas le dan el toque surreal al festival que logra enamorar hasta al más grumpy del folklore. Nos quedamos en el escenario central viendo a Jesse Lanza y a Kali Uchis así que tuvimos que sacrificar la actuación de Princess Nokia. La actuación en vivo de Kali Uchis resultó ser un fail para unos y un deleite para otros. La colombiana tocó un set inexplicablemente corto con una banda de músicos que trae desde Nueva York; éstos hacen que cada minuto valga, sea tocando canciones de la propia Uchis, covers de Bésame Mucho o de Suavemente.
La calma terminó con Mayer Hawthorne y no regresó hasta el otro día. A partir de las seis de la tarde, los tres escenarios que conforman el Carnaval estaban llenos de energía. Mucho kick, mucho snare, dubstep por aquí, house por allá, techno junto a la alberca y algo de hip-hop. No había momento para descansar, pero al mismo tiempo todo era descanso absoluto.
No todo fueron flores en este lugar paradisiaco. Las medidas de seguridad y control de la producción por momentos se sentían excesivas y hasta llegaban a contrastar con la libertad que te inspira este bello recinto natural. Las revisiones en la entrada fueron exhaustivas y a más de uno le fueron confiscados objetos vitales para sobrevivir un buen camping: desde simples botellas de agua hasta medicamentos para achaques y padecimientos más serios. Ni modo, sacamos las técnicas de supervivencia.
El delirio de la música no terminó hasta el domingo a las cinco de la tarde, hora en que se soltó el último beat. Fundidos pero descansados, nerviosos y tranquilos. Con la cantidad de actividades y diversidad de eventos ocurriendo en un mismo lugar, el Carnaval de Bahidorá es ese sueño extraño que todavía analizas horas después de despertar. Una celebración a la carne. La del cuerpo, por supuesto.