Antes que nada, una advertencia: como hombre, no soy quién para decirle a ninguna mujer cómo hacer su feminismo; no es mi intención y escribo esto como respuesta a la enorme cantidad de reflexiones hechas por hombres respecto al tema.
Ahora sí. Cuatro Babys. No lo voy a negar, la canción es problemática en sus pasajes más leves y francamente tóxica en los peores. Ser crítico con la cultura debería de ser una norma para todos los artefactos culturales, más aún en obras tan agresivas como ésta.
Sin embargo no toda la música enciende los ánimos de la forma en la que lo ha hecho esta canción, hasta el punto de provocar una petición para que sea retirada. No digo que el enojo esté mal enfocado: Cuatro Babys no es ni más ni menos machista que cualquier otra canción hecha por hombres.
Lo que sí hay en la mayoría de las reacciones que he leído es un clasismo y una condescendencia que invalida cualquier crítica constructiva. En la mayoría de los textos sobre la canción se menciona el reggaeton aún cuando, como observó Andrea Ocampo Sea, un ritmo cadencioso y melódico y el uso de autotune la asemejan más al trap. Es cierto, el reggaeton y el trap comparten una misma actitud: la postura gangsteril de que la vida es corta y es justo aprovecharla para enriquecerse y coger.
Pero esto no les concierne a la mayoría de los críticos de Cuatro Babys, que están dispuestos a obviar las características culturales y a meter el reggaeton en el mismo saco que el trap, el hip hop, el dembow y, en algunos casos, que la banda y los corridos; éstos últimos ritmos no tienen nada en común con los anteriores más que el hecho de ser disfrutados por las clases populares. Esta ceguera cultural no deja a los críticos ver que el machismo no se da en el reggaeton más de lo que se da en ritmos elitistas como el rock. Si el criterio fuera justo John Lennon, quizás el misógino más grande en la historia del pop, levantaría tanto enojo como lo hace Maluma. Aunque a muchos les gustaría que fuera así, la verdad es que no sólo los pobres violan a las mujeres.
También hay, como dice Ocampo Sea, una pacatería moral disfrazada de lucha social que viene de muy atrás. A veces, parece que la sexualidad femenina sólo está permitida cuando entra dentro de lo normativo, cuyos márgenes siguen siendo estrechos. La relación de Maluma con las Cuatro Babys se sale de la norma y, por lo tanto, enfurece a los hombres, que aún temen perder el control del sexo femenino.
Sergio Ocampo Madrid asegura de forma maliciosa, que existe relación directa entre la canción y la violación y asesinato de Yulina Samboní a manos de Rafael Segura. Nada nuevo aquí: sólo la misma visión trágica de la experiencia femenina que dicta que la mujer puede vivir su sexualidad, pero no debe sorprenderse si ésta la conduce a la muerte.
Lo curioso de este asunto es que la polémica se da en un momento en que estos ritmos periféricos se adentran cada vez más en el mainstream. Un pequeño chisme: a muchos de los indignados de mi Facebook los he visto bailar perreo ya jalados en la fiesta. Sin ánimo de establecer comparaciones mezquinas, creo que muchas de estos hombres tienen con el reggaeton una relación equivalente a la que, según ellos, Maluma tiene con las mujeres: lo ven como un entretenimiento a su disposición, pero no aceptan que tenga valor expresivo.
Quizás, la solución a tanto machismo en la música sea escuchar menos música hecha por hombres. Quizás no. Lo cierto es que el clacismo-moralismo-desprecio cultural disfrazado de preocupación por la igualdad no aporta nada y sólo entorpece la lucha por la justicia social.
Nota: Aquí una lista limitada pero valiosa de mujeres que practican estos ritmos, para todos aquellos que piensan que el perreo ÚNICAMENTE degrada a las mujeres.