Diccionario reaccionario del Vive Latino 2018
El Vive Latino contraataca. Tras varios años arrinconado por el empuje del Capital (hay un chiste aquí), el festival de primavera parece florecer. Esta edición llega con refuerzos extranjeros de caché, y aunque algunos añoramos los años en los que Hombres G y Jarabe de Palo resplandencían como headliners, parece que los organizadores ya no están para bromas.
Como siempre sucede en los festivales de esta magnitud, las actuaciones se solapan y el público se ve obliglado a elegir. Por esa razón, les traemos esta compilación de participantes. Ojalá los ayude a tomar decisiones, al menos hasta que el alcohol y la rabia existencial se lo permitan. Queremos que sepan que está hecho con mala intención, pero con mucho cariño.
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AIRBAG: Hay exactamente 103 bandas en el mundo que se llaman Airbag y tenían que traer a esta. Empezamos mal.
A.N.I.M.A.L – Veteranos, combativos y dispuestos a quemarlo todo: la banda que quisiera liderar ya sabes quién.
AMANDITITITA: Con más barrio que cualquier Gallagher e infinitamente más mordaz y divertida que Morrissey, la reina de la anarcocumbia es la estrella real de un festival que debería tratarla como la diosa que es.
BANDA REGIONAL MIXE – Conejillos de Indias.
BELAKO – Si a mí aún me gustara el rock, me acercaría a ver esta banda. Cantan en un inglés un poco raro (son españoles, ¿qué esperabais?), pero su sonido es vibrante y rocoso, con un punto retorcido que podría pasar por sexy.
CAMILO SÉPTIMO – Synthpop ligerito y convencional, perfecto para el hilo musical de un Bershka a punto de cerrar.
CARTEL DE SANTA – El hip hop en castellano es más extemporáneo que una taquería en Compton, pero algunas bandas mantienen la dignidad mejor que otras. Cartel de Santa es de los otras.
ÉL MATÓ A UN POLICÍA MOTORIZADO – Insólito caso de banda argentina sin delirios de grandeza. Asombra su capacidad para hacer canciones sencillas, pero genuinamente emocionantes. Hay que verlos.
ELSA Y ELMAR – Oye, ya no hay lana para Natalia Lafourcade.
– No importa, esto es lo mismo pero más barato.
EMJAMBRE – Una de esas bandas malogradas por el rock de guitarras. Juegan en la liga de Bunbury cuando podrían hacerlo en la de José José. Lástima.
FITO PÁEZ – Momia argentina en exposición itinerante. Urge un biopic dirigido por Charly García y protagonizado por Roberto Benigni.
GORILLAZ – Como casi todo lo británico, tuvo gracia diez minutos. Hoy les queda el indiscutible (e irritante) carisma de Damon Albarn y un par de canciones perfectas para poner a saltar a los chavorrucos que aún creen que están en la onda.
INFECTED MUSHROOM – Estremecedor dúo de tachafreaks. Me pregunto si los dealers les pasan una fee. Deberían.
INSTITUTO MEXICANO DEL SONIDO – Camilo Lara es el tipo más listo de México. No sabe cantar. No sabe tocar. Guapo no es. Pero sus canciones funcionan, su proyecto es súper cool, los shows son divertidos y todo el mundo quiere ser su amigo. Un genio.
KALI UCHIS – Si te gusta el R&B descafeinado, el sex appeal postizo y el exotismo de diseño, esta chica no te va a defraudar: es tan insípida como tú.
LITTLE DRAGON – Simbolizan a la perfección el pop inane de estos tiempos: voluntad de estilo, carácter hedonista, intuición para la melodía, sonido mutante y sofisticado. Tienen todo lo accesorio. Dentro no hay nada.
LOS AMIGOS INVISIBLES – Tras más de 25 años de carrera, ¿de cuántos embarazos no deseados los podemos responsabilizar? En serio.
LOVE OF LESBIAN – Gran nombre. Buena prensa. Muchas pretensiones. Nada que contar. Todo muy catalán.
MALA RODRÍGUEZ – Tras un comienzo prometedor, a su carrera empieza a sobrarle el rodríguez.
MOLOTOV – Banda residente. Pasaron de la pachanga combativa e ingeniosa a la caricatura grotesca, pero no parece que a los promotores nacionales les importe. Supongo que valoran su reputación de misóginos entrañables, a lo Vicente Fox, el otro gran referente de su generación.
MORRISSEY – El David Faitelson del pop. Un hortera sin escrúpulos al que ni siquiera las cuatro canciones decentes que grabó hace 30 años le redimen. Ya no es solo la arrogancia y la displicencia. Lo peor es tener que escuchar las mismas banalidades supuestamente corrosivas desde 1984.
NOEL GALLAGHER’S HIGH FLYING BIRDS – Es una afrenta que McCartney, Yoko Ono y Ray Davis (entre otros) no hayan demandado por plagio a los Gallagher. Han tenido cientos de oportunidades, desde Don’t look back in anger a Here’s a candle. Su magnanimidad es nuestra tortura: llevamos tres décadas aguantando las estupideces de un par de nacos con ínfulas de trascendencia. No es justo.
PUSSY RIOT – O cómo pasar de la relevancia al oportunismo en tres cómodos pasos.
PVRIS – El híbrido de Toyota, ¿no?
QUEENS OF THE STONE AGE – Una banda que nació vieja. Y eso fue en 1997. Imagínense ahora.
RESIDENTE – Le sobran personalidad, talento y agallas. Le falta reconocer sus límites y entender que la frontera entre el mestizaje y el pastiche es peligrosamente borrosa.
VETUSTA MORLA – En España son venerados por los indies neófitos, valga la redundancia. Posan con estilo y parecen muy intensos, pero no te dejes engañar: sus canciones son grandilocuentes, pero de hueva, y directamente ridículas cuando se te ocurre prestar atención a las letras.
424 – Banda costarricense con todos los números para pasar desapercibida. Deberían celebrarlo.