Benito Cerati, es el hijo de Gustavo Cerati. Ese es el elefante rosa en el cuarto. No se puede ignorar y mucho menos en una entrevista; pero sorprendentemente, una vez que se encara, el prejuicio se difumina y esto a pesar de que al músico no le gusta hablar de su padre.
Esta es la primera vez que visita México con su proyecto llamado Zero Kill, una agrupación que ha cambiado tanto de sonido como de nombre. A través de los años, sus esfuerzos musicales se han presentado con nombres como Paréntesis, Chrome y Blank Tiger, pero desde el 2013, el nombre dejó de cambiar y su sonido empezó a tener cohesión.
Esto se debe, en parte, a que Benito nunca quiso abusar de su nombre, ni tampoco que lo vieran como reemplazo de su padre. Y si bien comparten genes y una voz inconfundible, los esfuerzos musicales del hijo distan mucho de lo que Gustavo hizo a lo largo de su carrera.
Esto no se trata del legado de nadie, sólo del proyecto musical de Benito Cerati y con eso en mente, le hicimos las siguientes preguntas.
Digger: Hola, Benito, ¿cómo te fue en tu show en Guadalajara?
Benito Cerati: Muy bien, nos divertimos mucho y al ser la primera vez que venimos a México, también estábamos muy emocionados. Creo que la gente reaccionó muy bien y eso me alegra.
D: ¿Disfrutas más de salir de gira y estar en un escenario, o prefieres estar en un estudio de grabación?
B.C: Tienen diferentes sabores, ¿sabes?, los dos me gustan. El estudio te permite ser más proteccionista; estar más cerca de lo que tienes en la cabeza. Mientras que en vivo sacrificas un par de cosas por trabajar en equipo; lo que me gusta es que hay muchos ambientes, es decir, nos podemos poner rockeros o melancólicos, y eso transforma al concierto en una especie de viaje.
D: Tengo que sacar esta pregunta de una vez…. ¿sientes que tienes una responsabilidad al portar el nombre de tu padre?
B.C: Pues si la tengo, nadie me dijo nunca. No creo tener ninguna responsabilidad más que la que tengo conmigo de hacer lo que me gusta.
D: ¿Nunca has sentido una presión social por ello?
B.C: Pues es problema de la gente, yo no lo tomo mucho en cuenta. El homenaje que le puedo hacer a mi padre lo hago porque es mi padre, no porque se lo debo a un público o lo deba hacer. Siempre fui libre; he hecho de todo: desde hip-hop hasta salsa, y no me siento encadenado a nada.
D: Dejando a un lado tu árbol genealógico y pasando a tu música. Noté que hay una diferencia muy marcada en los álbumes de Zero Kill; siento que en el primero quisiste experimentar ya que hay canciones de un minuto y medio, pasajes instrumentales de 47 segundos, entre otras cosas. No hay tono, ni estructura muy pensada, mientras que en el segundo, hay un poco más de cohesión, ¿a qué se debe esta progresión?
B.C: Pues sí, es justo como dices. Mira, hubo un disco que iba a salir en medio de esos dos, pero nunca se concretó porque la manera en la que lo compuse fue muy inorgánica. No hubo muchos instrumentos, fue más como si estuviera haciendo un collage; era experimental. De hecho salieron varias canciones que tocamos en vivo, pero siento que empezaba a tener un tipo de restricción con esa manera de componer, entonces deseché todas esas canciones y agarré el piano.
B.C: Compuse todo el Alien Head en un piano, y una vez que empecé todo se me hizo muy rápido. En menos de una semana compuse unas doce canciones, de las cuales nueve se quedaron en el álbum.
D: La diferencia que vi también en los dos discos de Zero Kill está en la portada…
B.C: Desde un principio quería que en las portados no apareciera yo; ningún tipo de foto mía. De hecho fue un problema porque la disquera me rogaba y me decía “por favor, déjanos promocionar tu disco con al menos una foto tuya”, y al final llegamos a un acuerdo: sí salí pero con una máscara. Pienso que es como cuando pintas un cuadro, no todo tiene que ser un autorretrato. Yo soy el espectro que aparece ahí, pero mi cara no figura.
D: Alien Head es mucho más lúdico también y no sólo en el sonido, sino también en los mismos títulos de las canciones…
B.C: Sí, de hecho lo primero que se me vino a la mente fueron los títulos. Son cosas que escuchaba que le pasaban a otros o noticias ridículas. Particularmente, el track ocho se trata de un hombre en Rumania que amaba tanto a su perro que se lo terminó comiendo. La canción la narro desde la perspectiva del hombre.
D: En Alien Head escuché muchas de tus influencias, que tal vez son accidentales, pero que me recordaron a bandas como Tame Impala, Animal Collective, Tobacco y Panda Bear…
B.C: De hecho, escuché mucho Currents de Tame Impala mientras escribía el álbum. Usamos muchos sintetizadores análogos; antigüedades de los ochenta. Hay algo gratificante en usar esos instrumentos que me atraen mucho, sobre todo en una época en la que todo es muy fugaz.
D: ¿Cómo sabes cuando una canción ya está terminada?
B.C: No sé, eh. Cuando hago una canción, siento que soy un canal; no siento como que sea una obra mía. Me caen las cosas y yo las plasmo en el piano. Por eso nunca me acuerdo del proceso creativo.
D: ¿Nunca te viste haciendo otra cosa más que música?
B.C: Siento que si sólo me gustara la música sería un hombre muy vacío, por eso lo complemento con otras cosas. De hecho estudié en Antropología y me especialicé en México.
B.C: Cuando era niño recuerdo que había muchos libros de México en mi casa, y siento que eso despertó mi curiosidad y creatividad. Eso me hizo enamorarme del mundo y la sociedad. Estar acá es un sueño de alguna manera.
D: Pues gracias, Benito. Mucho gusto y disfruta México.