Ok, quizás ese título sea algo alarmista pero al menos a mi manera de ver las cosas así es. Antes de desarrollar el punto que detonó este texto me gustaría contarles de Pebble, un smartwatch que surgió gracias a la idea de Eric Migicovsky, quien es el fundador de esta compañía. El proyecto original se subió a Kickstarter en Abril del 2012, en ese entonces no teníamos wearables al alcance de una manera sencilla.
Antes de Pebble el wearable más popular, quizás, eran los “Google Glasses” y para tenerlos tenías que ser desarrollador o tener algunos billetes de sobra, pues la versión con que salieron al mercado costaba 1,500 USD. Pebble con su campaña en Kickstarter prometía democratizar esta tecnología. Si bien el reloj inteligente no se ve como una pieza de tecnología avanzada, si lo era; el primer smart watch (y hasta la fecha lo sigue siendo) que tiene una pila que dura una semana, pantalla e-paper y compatible con iOS y Android.
La sorpresa más grande para Migicovsky no fue alcanzar su meta inicial para el Pebble en poco tiempo, lo admirable de esa campaña es que incluso hoy está en el top 5 de proyectos que más dinero han recaudado en la plataforma. Pebble aprendió a hacer muchas cosas sobre la marcha: encontrar al proveedor correcto, actualizar estatus a tiempo, dar seguimiento a los miles de usuarios y por fin después de casi un año de que el proyecto concluyera y con casi un año de retraso, los usuarios que confiaron en Pebble al fin tuvieron su smartwatch.
La comunidad de usuarios creció e incluso el reloj comenzó a tener presencia en tiendas de retail, como en la tienda Best Buy de Estados Unidos. Para 2015 comunicaron una nueva versión a la cual llamaron Time la cual ofrecía una pantalla más grande y a color, entre algunos otras mejoras menores.
Time superó en cantidad de dinero recaudado a “Pebble” y con 78 mil usuarios aportando, la creciente empresa de Eric juntó 20 millones de dólares, consiguiendo el récord que hasta ahora no ha podido ser superado de recaudación en Kickstarter. Hace algunos meses lanzaron su tercer campaña para lanzar una nueva generación de smartwatches y el éxito fue equiparable, la producción iba conforme al plan y las primeras recompensas fueron entregadas en tiempo; sin embargo para cuando las segundas recompensas tenían que ser enviadas, Pebble dejó de dar actualizaciones y desapareció algunas semanas.
Comenzaron a haber rumores sobre los problemas económicos de la empresa seguidos de rumores sobre la adquisición de la misma, hasta que el 7 de Diciembre Pebble anunció que sería absorbida por Fitbit; ninguno de las recompensas pendientes serían entregadas, ya no se producirían más relojes, el soporte para los productos actuales desaparecerá y no habrá más updates para el software.
Entiendo que las implicaciones de convertirse de una pequeña empresa a una transnacional son infinitas y que para un startup que comenzó con solo la idea de cambiar las cosas puede ser complicado, pero para muchos usuarios de Pebble el anuncio fue equiparable a ver como alguien con potencial desperdicia una gran oportunidad.
Hace algunos meses Pebble presumía que era más que un Fitbit y si lo era; entre tantos smartwatches de la industria el Pebble tenía un lugar respetable y el pequeño startup peleaba con un producto que costaba un tercio de lo que un Apple Watch cuesta y, en mi opinión, perfecto para entender y comprobar si los smartwatches son lo tuyo.
La idea que pongo en el titulo de este texto es resultado de un análisis respecto a la cultura startupera, ¿realmente nacen con la idea de ser un “game changer”? o ¿nacen con la idea de crecer su empresa tanto como sea posible para después ser adquiridos por algún gigante tecnológico? No tengo idea de las complicaciones económicas que debió haber pasado Eric para hacerlo tomar esta decisión, pero en una era donde cualquier persona puede pelear con grandes transnacionales desde su sala, su decisión deja sin estandarte a muchos que creímos que se podía cambiar la manera en que se hacen las cosas.
Snapchat trató de ser adquirido hace algunos años por facebook por 3 billones de dólares la cual fue rechazada. Hoy después de un proceso de rediseño y varias estrategias de monetización, la compañía está valuada en 25 billones para el siguiente año. Pebble fue vendida por poco menos de 40 millones de dólares y según bloomberg eso apenas cubre la plantilla de ingenieros. La cantidad en la que se vendió la compañía es menos de la deuda que Pebble tiene, es un camino difícil para un startup pero no imposible.