1.- The Kinks – The Kinks present a Soap Opera (1975)
La obsesión de Ray Davies con los musicales y toda su pretendida solemnidad conceptual, lo llevó en el año 75´ a ponerse en ridículo de un modo que aún resulta doloroso. Si ya con el fallido proyecto Preservation había dado muestras de que el megalómano había ganado la batalla al sublime compositor de trallazos pop, en Soap Opera avergüenza hasta a sus fans más acérrimos. Ni los destellos de temas como “Ducks on the wall” salvan el proyecto ampuloso y artificial de un hombre que parecía decidido a martillear su prestigio.
2.- John Lennon – Rock ‘n’ roll (1975)
La carrera en solitario del santo John goza de una fama que no merece. Tras un arranque arrollador con el soberbio Plastic Ono Band (1970) y el hábil Imagine (1971), Lennon no volvió a hacer un disco a la altura de su talento. Con Mind Games (1973) y Walls and Bridges (1974) decepcionó a casi todos, pero fue con la grabación del disco de versiones Rock ‘n’ Roll cuando perdió pie definitivamente. Lastrado por unas sesiones caóticas en las que el consumo descontrolado de cocaína y alcohol transformó a John en un fantoche desconcertado, el álbum es un pastiche sin alma en el que ni siquiera la sobrecargada producción impide comprobar lo mal arregladas que están las canciones.
3.- Leonard Cohen – Death of a ladies’ man (1977)
De la unión de excéntricos tan dispares como Cohen y el productor Phil Spector solo podía salir una obra maestra canónica o un fail memorable. Fue lo segundo. Las canciones del genio de Montreal se convierten en himnos horteras por obra y gracia de la producción (con pretensiones de autoría) del chiflado de Spector. Un tipo incapaz de controlar su ego…y su psicosis: al parecer durante las sesiones de grabación apuntaba con su revólver a la cabeza de Cohen cuando éste sugería algún cambio en las canciones. Supongo que eso lo explica todo.
4.- Elvis Presley – Fun in Acapulco (1963)
Siento una devoción muy especial por las bandas sonoras de Elvis en los 60´s. Ya sé que las películas eran ridículas y que el repertorio no estaba a la altura del talento torrencial del Rey. Aún así, son un manjar para los amantes de pop kitsch. Una de las películas más divertidas de esa época es Fun in Acapulco, indescriptible tour de force de Elvis por el Pacífico mexicano para el que grabó las canciones más vergonzantes de su carrera. Aquí encontramos temas de exotismo irrisorio como “Marguerita” o “El Toro”, banalidades del tipo “(There’s) No room to rhumba in a sport car” o atrocidades como la insufrible “Vino, dinero y amor”. Eso sí, todo queda compensado por la intrépida versión de “Guadalajara” que Elvis perpetró para nuestro gozo eterno.
5.- R.E.M. – Around the sun (2004)
La mejor banda americana surgida en la década de los 80 comenzó a perder la inspiración tras el éxito masivo de Automatic for the people en 1992 y la deserción de Bill Berry un par de años después. Discos como Up (1999) o Reveal (2001) ya hacían evidente la decadencia de un grupo que no supo retirarse a tiempo. Pero fue en 2004 cuando tocaron suelo definitivamente con Around the sun, un álbum al que se le podía perdonar lo insípido. Incluso lo tedioso. Pero no su inclinación a sonar adulto y escrupuloso como los más estomagantes artistas AOR. Los fans irredentos de obras maestras como Murmur (1983) o Document (1987) nunca se lo perdonamos del todo.
6.- Lou Reed – Metal Machine Music (1975)
Este es un clásico de los despropósitos. Un disco insoportable, sin matices, que pone de manifiesto como la aleación de drogas duras y un ego desbocado puede engendrar necedades lunáticas dañinas para la salud mental. Durante más de una hora Reed se dedica a acuchillarnos con su guitarra, aún más distorsionada que su sentido común. Espeluznante, de verdad.
7.- David Bowie – Never let me down (1987)
¿Camaleónico y listísimo para digerir y reproducir las tendencias de moda? Desde luego. ¿Infalible? En absoluto. El ejemplo más claro de que Bowie empezó a mirar con el ojo malo lo encontramos en el soporífero Never let me down. La terrible portada ya daba pistas de que el hombre estaba extraviado.
Pero lo peor es que las canciones están a la altura de la tapa: piezas como “Beat of your drum” o “New York’s in love” no tienen ni la coartada del desparrame estilístico de la época. Son, simplemente, muy malas.
8.- Los Fabulosos Cadillacs– La luz del ritmo (2008)
Lo peor que le puede pasar a una banda de prestigio es que la falta de inspiración la lleve al autoplagio. Es lo que le sucede a los Cadillacs en La luz del ritmo, un álbum que podría ser mediocre y ya está. Pero es peor que eso: es el documento descarnado una banda desesperada por volver a las grandes ligas. Las canciones nuevas no transmiten ninguna pasión, pero mantienen la dignidad. Lo que no cuela es el recurso de regrabar canciones de su propio catálogo como mero relleno, un truco cutre y rastrero que sus fans no merecen.
9.- Elvis Costello – Mighty like a rose (1991)
Un disco intrincado, denso y pretencioso hasta la náusea. Costello siempre pecó de pomposo y ya desde principios de los 80 sucumbió a las más nefastas veleidades de las producciones supuestamente sofisticadas. Pero aquí tocó fondo. Inclusos canciones dignas como “So like Candy” (escrita a medias con Paul McCartney) o “The other side of summer” resultan antipáticas, ahogadas por el indigesto mazapán al que llamaron producción.
10.- Bob Dylan – Christmas in the heart (2009)
Llevamos toda una vida siendo indulgentes con Dylan. Le perdonamos la tomadora de pelo de Self Portrait (1970), sus discos cristianos de finales de los 70, la ridícula insistencia en pasar por actor de cine, la saña con que destroza sus canciones en directo…incluso que se haya puesto en manos de Mark Knopfler en los primeros 80. Pero lo que ya no tiene un pase es un álbum de villancicos con su voz de anfibio deseándonos feliz navidad. Ni siquiera su proverbial querencia por la provocación y el desconcierto le absuelven: “O’ Come All Ye Faithless” aún me provoca escalofríos.