Fotos: Liliana Estrada (OCESA CORTESÍA)
The Pretenders ofrecieron un show que fue mucho más que una visita al pasado: fue una celebración viva de todo lo que han sido y de lo que aún tienen por decir.
Desde los primeros acordes de “Hate for Sale” hasta el ritmo firme de “My City Was Gone”, la banda marcó el tono con fuerza. La voz de Chrissie, tan rasposa como emotiva, condujo cada canción con esa mezcla de vulnerabilidad y temple que la ha hecho única en la escena.
La noche avanzó con un set que supo balancear lo clásico y lo actual. “Kid” y “Private Life” evocaron la época dorada de los 80, mientras que piezas más recientes como “Don’t Cut Your Hair” demostraron que la chispa punk sigue intacta. La emoción estalló con himnos como “Night in My Veins” y “Back on the Chain Gang”, donde cada nota parecía reactivar memorias y pasiones compartidas.
Al llegar a “Don’t Get Me Wrong” y “Time the Avenger”, el público estaba completamente rendido. Estas canciones no solo son clásicos: son prueba de la habilidad de The Pretenders para capturar emociones complejas en tres minutos de perfección rockera.
El cierre fue doble y poderoso. Primero con un estallido de energía en “Message of Love” y “Precious”, seguido por un final íntimo con “I’ll Stand by You”, que funcionó como abrazo colectivo y promesa eterna.
The Pretenders no se limitan a sobrevivir al paso del tiempo; lo enfrentan de frente, con canciones que siguen teniendo algo que decir. Chrissie Hynde y su banda nos recordaron que el verdadero rock no depende de modas: vive en la emoción, en la actitud y en la entrega. Y eso, en su caso, está más firme que nunca.