En 1979, cuando el punk aún olía a revolución y la música disco dominaba las pistas de baile, un grupo salido de Athens, Georgia, irrumpió en la escena con un álbum debut tan extravagante como irresistible. The B-52’s, disco homónimo del quinteto, fue un punto de quiebre. Una especie de fiesta surrealista que trajo humor, ciencia ficción, ritmos bailables y estética retro al corazón del movimiento new wave.
Antes de que Athens se hiciera famosa por dar origen a bandas como R.E.M., The B-52’s ya estaban dándole identidad musical a esa ciudad universitaria. El grupo nació casi por accidente: una jam session informal, algunos tragos y una mezcla de influencias imposibles de clasificar. Desde su formación en 1976, la banda destacó por su estilo único: peinados altos, ropa colorida, voces teatrales y una inclinación natural hacia lo absurdo.
Su energía en vivo los convirtió rápidamente en sensación dentro del circuito underground de Nueva York. Tocaron en lugares clave como CBGB y Max’s Kansas City, donde compartieron escenario con lo mejor del punk y la vanguardia artística. Lo que ofrecían era diferente: una celebración de lo raro, un carnaval sonoro sin miedo al ridículo.
Cuando su álbum debut llegó a las tiendas, producido por Chris Blackwell (fundador de Island Records), fue como si una nave espacial hubiera aterrizado en el mainstream. The B-52’s suena a surf rock pasado por un filtro psicodélico, con bases rítmicas irresistibles y letras cargadas de referencias kitsch, humor absurdo y nostalgia futurista. Desde los sonidos espaciales de “Planet Claire” hasta los gritos marinos de “Rock Lobster”, el disco desafía cualquier clasificación tradicional.
“Rock Lobster”, en particular, fue un fenómeno. Con su bajo hipnótico y sus coros animales, la canción se convirtió en un himno para todo aquel que no encajaba en la norma. El tema llegó a sonar en clubes, radios y fiestas alternativas en todo el mundo, convirtiéndose en uno de los sencillos más icónicos de finales de los setenta.
Pero más allá de su sonido excéntrico, lo verdaderamente importante de The B-52’s fue su mensaje implícito: celebrar la diferencia. En una época donde la masculinidad punk era dominante y la música disco era sinónimo de glamour, ellos ofrecían una tercera vía.