It’s not me, it’s you. Again.
El nuevo disco de Lily Allen, West End Girl, creado en menos de 20 días, es brutal, pop, irónico, y doloroso.
Mientras lo escucho por cuarta vez en mi cocina, no estoy segura si mis ojos están llorosos por la cebolla o por la historia que va contando Allen en este nuevo disco. Si ser artista es contar historias, este disco es una narración que a momentos se siente como podcast musicalizado o como la adaptación de un guión para una serie de televisión; cada canción es un capítulo.
Casi 20 años han pasado desde su debut con el EP Smile, inspirada tras la infidelidad de su entonces ex novio. Hoy, con más experiencia artística y profesional, entrega un material devastador. Lily Allen de 40 años, hoy es madre de adolescentes, ha estado en sobriedad los últimos años y escribe este álbum relatando el fin de su matrimonio con el actor David Harbour, conocido por actuar de papá en todos sus roles y ser protagonista en una serie de Netflix.
Después de verse presionada para tener una relación “abierta” y darse cuenta que su esposo había roto todos los acuerdos que tenían, incluyendo un departamento que ambos compartían y que el señor usaba como palacio de fantasías sexuales, escenas descritas en la canción Pussy Palace del disco.
West end Girl continúa siendo una entrega indie y ecléctica. Los géneros musicales de las 14 canciones están perfectamente alineadas a cada capítulo, como un libro. Allen transita entre las baladas folk pop con letras devastadoras como Sleepwalking, Tennis y Just Enough:
I think you’re in love with somebody else (Yeah)
Felt you pull away and now I’m blaming myself.
Fragmento de Just Enough
Electro synth para los momentos de espirales mentales y ansiedad Ruminating, Relapse y Beg for me, detallan sus pensamientos intrusivos:
I feel embarrassed, I feel ashamed
You’re so indifferent and that’s insane
Where’s all your empathy for, for all my pain?
Fragmento de Beg for me
Y su influencia recurrente en el dancehall y dub se experimenta en las canciones más irónicas como Nonmonogamummy, Dallas Major y Pussy Palace:
I just want to meet your needs
And for some reason I revert to people pleasing
I’ll be your nonmonogamummy
Fragmento de nonmonogamummy
La última canción Fruityloop es un cierre hermoso para la catarsis de disco:
I’m just a little girl looking for hеr daddy
Thought that we could break the cyclе,
thought that I could keep you happy
Allen sabe dónde le duele y en dónde tiene que sanar. Mis respetos a su proceso. La historia que cuenta Lily Allen es una historia vieja conocida. Muchos discos y obras musicales han sido creadas por mujeres contando sus experiencias tras las infidelidades de sus parejas. “Lemonade” de Beyonce fue inspirado por la infidelidad de su esposo; en 2024 la cantante colombiana Shakira lanzó el disco “Las mujeres ya no lloran”, contando las infidelidades de su esposo. Kim Gordon, vocalista y fundadora de Sonic Youth escribió un libro de memorias al respecto de las infidelidades y traición de su esposo.
La inspiración que provoca la furia de la traición dentro de la relación de más confianza, según la iglesia católica, el capitalismo y la derecha global, es una vieja puesta en escena que esta vez Lily Allen protagoniza con una increíble capacidad creativa. En su historia el otro protagonista es su ex esposo, un actor promedio en una crisis de 50 años: plano y básico.
Pareciera que lo que nos queda a las mujeres es ser artistas para poder contar nuestras historias, tener los medios, el talento, y la plata.¿No nos hemos cansado de tener el duelo de la misma historia, una y otra vez, por los siglos de los siglos?.
¿Cuándo será que podremos inspirarnos por otras pasiones, por otros anhelos, por nuestras propias virtudes y defectos sin que tengan que ver con nuestras relaciones afectivas con los hombres.?
¿Y cuándo será que los hombres por fin se hagan responsables de sí mismos, de sus actos, de sus emociones, y de sus familias?
En 2024 escuché sobre el movimiento 4B en Korea en que las mujeres están en huelga de citas, de sexo, de parir, y de matrimonio con hombres, me pareció muy radical. Ahora me parece bastante coherente.
No culpen a las mujeres, culpen a los David Harbours del mundo.
