El legado de King Crimson cobra nueva vida con BEAT

En la historia del rock progresivo, hay pocas bandas tan influyentes como King Crimson. Aunque su legado suele relacionarse con los paisajes sonoros psicodélicos y experimentales de los setenta, la banda dio un giro inesperado a comienzos de los años ochenta con una trilogía de discos: Discipline (1981), Beat (1982) y Three of a Perfect Pair (1984).

Estos tres álbumes marcaron el regreso de King Crimson tras una pausa y mostraron una alineación renovada liderada por el inconfundible Robert Fripp, acompañado del virtuoso guitarrista y vocalista Adrian Belew, el bajista Tony Levin y el baterista Bill Bruford. Juntos, construyeron un sonido más compacto, moderno y minimalista, sin dejar de lado la complejidad que caracteriza a la banda.

Discipline fue el inicio de esta nueva etapa: guitarras entrelazadas en patrones casi matemáticos, influencias del new wave y una energía precisa que rompía con lo anterior. Con Beat, el grupo se dejó llevar por la inspiración literaria (especialmente por la generación beat) y nos entregó canciones más melódicas, sin sacrificar ese estilo retorcido y fascinante. Finalmente, Three of a Perfect Pair sirvió como cierre perfecto: un disco dividido entre lo accesible y lo experimental, demostrando que King Crimson aún tenía mucho que explorar.

Ahora, cuatro décadas después, un nuevo proyecto llamado BEAT está reimaginando estas obras maestras para el público actual.

Los fans del progresivo y de las propuestas arriesgadas tienen una cita imperdible: BEAt se presentará en Ciudad de México y Monterrey, ofreciendo un viaje por estas joyas sonoras que cambiaron el curso de la música. Más que un tributo, es una experiencia viva de reinvención y amor por una de las etapas más infravaloradas de King Crimson.

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