El nuevo punk de Kim Gordon – The Collective
Saludos, estimada audiencia de Digger,
Después de 6 años sin escribir por aquí, espero que mis palabras hoy les resulten interesantes, reflexivas y divertidas. Me motiva volver a escribir sobre música para compartir el soundtrack de mi vida. Soy Sandra, chilanga-millennial, mamá y en eterna crisis existencial.
Hoy quiero conversar sobre el último disco de Kim Gordon, The Collective. Debo confesar que la primera vez que lo escuché, simplemente no estaba preparada para lo que estaba a punto de experimentar. Las bocinas de mi auto explotaron, mis oídos zumbaron sin cesar, y durante varios minutos, detenida en un semáforo, mi encefalograma se fue a pico.
Mi pecado fue tener bajas expectativas hacia una mujer que ha vivido 34 años más que yo y que, sin embargo, tiene la capacidad de reinventarse, con tanta potencia, en su propia propuesta y obra. Shame on me.
No crecí con Sonic Youth, no formaron parte de mi adolescencia ni moldearon mi personalidad y nunca quise ser como Kim Gordon. Les concedo, señores, que hasta hace muy poco no podría haber mencionado tres canciones de la banda. De hecho, los conocí porque alguien me regaló la autobiografía de Kim Gordon Girl in a Band. Cuando leí el capítulo inicial, me enojó tanto descubrir cómo Kim Gordon se dio cuenta de que muchas de las canciones de la banda, en realidad, Thurston Moore las había dedicado a su amante, y ella tuvo que cantarlas en vivo, con la voz entrecortada, en su última gira. Dejé el libro a un lado. Empecé a seguir a Kim Gordon en Instagram y a escuchar a Sonic Youth. Fue en Instagram donde me enteré del lanzamiento de su nuevo disco el 8 de marzo, unos días antes de que mi hija cumpliera un año de vida. Disculparán la reseña tardía, pero los tiempos con una bebé son, por decirlo de alguna manera, distintos.
The Collective es un disco electrónico disonante que me evoca al Bristol trip-hopero de los 90 mezclado con el estilo industrial de Nine Inch Nails en Broken. Así lo describí la primera vez que lo escuché. Pista tras pista, Gordon balbucea, suspira, grita, y en un principio parece que habla (más que canta) sin sentido, pero en el fondo creo que cada palabra en el disco es un manifiesto recalcitrante. En una entrevista con NPR, Gordon explica que no es muy tecnológica, que no entiende las redes sociales actuales y que no le interesa la IA. Sin embargo, lanza un disco que suena totalmente a máquina distorsionada, a lo que se siente scrollear por horas contenido hasta perder neuronas. Es una contradicción entre su propuesta y sus declaraciones.
Definitivamente, es un disco punk y feminista. Gordon ha sido feminista desde hace años. I’m Man la describe como una burla a los hombres blancos de la vieja política ultraconservadora, aunque al escucharla, no pude evitar pensar en cómo encajaría perfectamente en la conversación de ciertos hombres nacidos después de 1970, especialmente tras unos tragos. A mí, las nuevas masculinidades no me convencen.
Será mi propia idealización, pero algunas de sus letras me parecen hablar sobre el deseo de ser deseada. “Gimme your hand (just kiss me), kiss me, kiss me” suena en Shelf Warmer. Otras suenan a un mal viaje de LSD, como The Believers, evocando ese estado provocado por varios días sin dormir.
The Collective de Kim Gordon se siente como bailar gritando en un after, como arrojar trastes sucios al suelo de la cocina, romper vidrios en una azotea, o martillar el celular un jueves al mediodía. Es una catarsis. Kim Gordon me ha brindado el soundtrack perfecto para mis últimos meses.