Un día como hoy pero de 1920 nació el literato Isaac Asimov en Petrocichi, Rusia. Escritor y profesor de bioquímica en la universidad de Boston. Escribió más de 500 libros y cientos de historias cortas junto con Robert A. Heinlein y Arthur C. Clarke; también es considerado uno de “los tres grandes” de la ciencia ficción, a lado de H. G. Wells y Julio Verne.
La obra de Asimov trata a la tecnología de una manera menos apocalíptica que otros escritores de su época y en este sentido, en 1988 en una entrevista para un programa de TV habla de como el Internet (o su idea del Internet) podría revolucionar la educación y como en vez de deshumanizar el conocimiento, haría que el autor y el lector estuvieran mas cerca el uno del otro:
La critica a la obra de Asimov no carece de fundamentos, ya sea por su estilo poco ornamentado o por que sus personajes carecen de dimensión; sin embargo esto no ha impedido su influencia en la cultura pop y sus obras Yo Robot y El Hombre Bicentenario, han sido adaptadas al cine con mayor o menor éxito. Asimismo, la banda The Alan Parsons Proyect tienen un álbum titulado Yo robot.
When The Saints Go Marching In
Asimov escribe Marching In en 1976, una historia situada en un futuro 2001 en el que una doctora de un hospital psiquiátrico, Dr. Cray, busca la ayuda de un compositor de jazz, Jerome Bishop, para tratar la depresión. Según Cray la depresión se debe a que la actividad cerebral esta fuera de “tono”, traduciendo las ondas de la actividad cerebral a ondas musicales; por lo que supone que la canción adecuada puede poner al paciente (Jerome) nuevamente en armonía, quien inicialmente duda si puede ayudar en algo y regresa algunos días al hospital tarareando la entrada de “When The Saints Go Marching In” interpretada por Louis Armstrong, cuando la terapia musical fue aplicada a la paciente, esta aseguraba que la depresión se había ido.
¿Por qué no armonizar luces de ondas cerebrales con el acompañamiento apropiado para combatir la tristeza, para aumentar la energía, para realzar el amor? No sólo para gente enferma, sino para gente sana, que podría hallar un sustituto del alcohol y de las drogas que utilizaba para regular sus emociones; un sustituto seguro, basado en ondas cerebrales.
La singularidad de esta historia que escapa a los viajes en el tiempo, a los robots y supercomputadoras es de lo que mas llama la atención, incluso teniendo evidencia “empírica” de como nuestro estado de animo se ve afectado por la música que escuchamos y ahora con algunos estudios que validan esta teoría.