Hace algún tiempo, platicaba con un amigo sobre aquella particular sensación de los recuerdos implantados y todos los elementos anímicos que los acompañan; Después de un rato, ambos concordamos que existen ciertos lugares, que tendemos a idealizar y que a pesar de no haber pisado nunca, nos producen una suerte de nostalgia. Como si aquel lugar estuviera atado de una u otra manera a nuestra persona. Sin embargo, este tipo de evocación no está sólo encadenada a lugares, pueden ser aromas, sonidos o incluso sabores.
La mente humana es un universo complejo que a la fecha, no ha podido ser esquematizado en su totalidad y probablemente sea algo que nunca se logre, ya que en eso reside la individualidad, en una serie de componentes incuantificables e irrepetibles; esta amalgama impredecible de matices, genera réplicas en ocasiones esperadas y en otras tantas, bastante opuestas. ¿Será que estamos ante ensoñaciones de patrias imaginadas, que construimos de manera fortuita sin razón aparente? ¿Acaso estamos ante reminiscencias de recuerdos de vidas pasadas? Probablemente existan muchas respuestas para tratar sondear esta incógnita, pero ninguna lo suficientemente concluyente para dejarme -al menos a mí- satisfecho.
Según Javier Reverte: “al viajar, en cierta medida lo hacemos impulsados por un mito que habita dentro de nosotros. Eso es la nostalgia de lo que no conoces”.
Varios han sido los sonidos que me han producido esta sensación, sin embargo, sólo podría contarlos con los dedos de una mano. Hace tiempo que quería escribir algo sobre Spaceape, pero por una u otra razón lo fui postergando; es hasta ahora, poco más de un año después de su deceso, que le dedico estas letras a manera de homenaje, a uno de los primeros personajes que me hizo reflexionar profundamente acerca de este vínculo entre los procesos cognitivos, y los estímulos -en este caso sonoros- externos.
Stephan Samuel Gordon es el nombre de un personaje que puede o no haber dejado un legado, pero eso no es lo que nos ataña, sino lo que representó para mí cuando lo escuché. No recuerdo bien en que año fue, lo que sí, es que aquella época me resulta ahora mucho más lejana de lo que realmente es; está de más describir el momento exacto, pues no hay historia que contar, fue simple y llanamente un día común; fueron tiempos en los que empezaba a disfrutar de manera temprana la música experimental de toda suerte, y en que devoraba discos con un hambre que pocas veces he sentido. Lo que sí recuerdo, es que su voz me producía un efecto hipnótico. Me transportaba a dimensiones que materializaban ideas plagadas de incertidumbre y enigma.
Me hacían imaginarme bares subterráneos en decadencia, noches obscuras y neblinosas a través de las calles solitarias de alguna parte de Londres, sonorizadas por estas rimas fugitivas, y era esta postal ficticia la que me generaba una nostalgia que pocas veces había sentido. Esta cojunción de elementos, me hicieron darme cuenta que estos espejismos estaban permeados por una sutíl familiaridad que me hizo cuestionarme -y a la postre interesarme- sobre el origen de este fenómeno.
Algo que me llamó la atención desde un principio es que sus líricas son de una belleza insondable, además de tener la magnífica cualidad de estar estructurados como poesía; probablemente si se recitaran sin los sonidos que generalmente la acompañan, sorprendería a más de uno por la cadencia y el ahínco con que las entonaba. No tengo dudas que sus discos en colaboración con Kode 9 – y en particular Memories Of The Future– es una de las joyas más preciadas de toda la historia de Hyperdub. A propósito de esto, muchos podrán argumentar que su complemento sonoro es el que las provee de todas estas condiciones, y tal vez lo sea, pero esto no es el punto; lo importante es que este método de lenguaje que concibió Spaceape – para expresar sus deseos, su aflicción y sus visiones devenidas de experiencias propias o ajenas-, es genial bajo el lente que se le aprecie, con o sin sonido, con o sin noción de poesía, con o sin la intriga que a mí me envuelve.
“A temperature rise before we reach the
Gate suggests more than what we bargained for:
The sleek, dark surface with eyes that glint in the
Night and curves that swerve with every
Shift in gear
An intense fever bawls and screams as it
Burns you up from the inside outside:
A head is a place where pleasure and pain collide
You see, murder can happen ‘pon the steps of colonial
Residence without even a moment’s hesitance
Fact is, not one somebody’s even surprised
It’s just another day’s news
We only have ourselves to lose.”
—
Asociaciones sonoras, vínculos cognitivos, articulaciones del inconsciente, todas éstas se conglomeran para gestar esta vaga descripción vivencial de su estructura creativa; sin embargo, ésta no es más que una referencia meramente personal para poder justificar un significado que tal vez sólo tenga sentido para mí, pero del que probablemente todos puedan ser partícipes, a su manera. Como tal vez lo fue para Spaceape.
voices speak freely about the coming despair
that will lead to the destruction of the careless man and the nations impaired
according to the brothers these hours are nearly upon us
is it true what you say as you lick your tongue upon honey lust?
you accept the rancid dollar without concession; just kneel.
just because[…] don’t mean they might take everything for free
as day becomes night so much of our space evaporates from sight.
in this your righteous place resistance holds tight
no question of living can be answered by begging.
begin i say with the questions now emerging:
why do you look upon me in this fashion?
why do you stay without taking any action?
how can you throw a life in such a careless way…