Diccionario grumpy del Corona Capital 2016

Un festival de las dimensiones de Corona Capital necesita de guías expertos y criterios establecidos para saber qué es imprescindible y qué no. Por eso proponemos una visión un poco menos entusiasta de lo habitual, en forma de diccionario apócrifo. Haremos énfasis en algunas de las debilidades más obvias de gran parte los artistas participantes. Queremos que sepan que está hecho con mala intención, pero con mucho cariño. Éntrenle.

airfrenchband70

Air: Dúo francés de electrónica sedosa y ligeramente pasada de moda. Fueron encumbrados por los indie gourmets mucho antes de ser llamados hipsters. ?

Allah-Las: Banda de atormentados nacidos 50 años tarde. Son tan retro que Paul McCartney a su lado parece el Flying Lotus de Liverpool. 

AlunaGeorge: Son dos, aunque parezca uno. Vienen de Londres y hacen pop futurista según los críticos. En realidad es R&B industrial y sobreproducido. Tan convencional que no se distingue en nada de cualquiera. 

Animal Collective: Estridente grupo de Baltimore célebre por su incapacidad para la melodía. Alguien dijo que eran los Beach Boys del nuevo siglo, pero más bien parecen la banda que suena en la cabeza de Brian Wilson en mitad de un brote psicótico. 

Band of horses: Su horrible nombre no les hace justicia: son un grupo entusiasta con algunas canciones decentes. Lo malo es su falsa melancolía, su tendencia a la cursilería y esa insufrible autocomplacencia típica de las bandas de rock tierno.

Bleached: Dos hermanas que soñaron con ser groupies de Green Day y eso les hace creer que son punks. Obviamente lo suyo no pasa de rockcito trotón e intrascendente, ideal para hacer bulto en los festivales mientras hacemos fila para el baño. 

Caveman: Una de esas bandas que representa a la perfección el indie de estos tiempos: empalagoso, inane e indistinguible. Pero en los bares de la Roma arrasarían, se visten padrísimo. 

Cloves: Alias de Kaity Dunstan, guapísima australiana (valga la redundancia) que tiene cosas de Feist y Fiona Apple, pero ninguna de las realmente importantes.

Courtney Barnett: Si estuviéramos en 1995, esta chava sería una superestrella. Pero sus canciones, aunque afiladas y vibrantes, llegan demasiado tarde: esas guitarras ya las habíamos escuchado antes.

Delorentos: Son de Dublín y consiguen que, por un breve momento, sientas nostalgia de U2. Aaaargh.

Eagles of death metal: Se hicieron tristemente famosos por las razones equivocadas. Siempre fueron una banda sin pretensiones y de espíritu macarrónico, aunque su desfachatez no puede ocultar que a todos esos riffs mugrientos no se les puede llamar canciones.

Edward Sharpe and the Magnetic Zeros: Proveedores de los mejores alucinógenos en los festivales, estos hippies de Los Angeles no son muy buenos, pero son muchos. 

Eryn Allen Kane: Dicen de esta pupila del último Prince que es una estrella en ciernes. Me lo creo. Tiene una bonita voz soul y grita un chingo para parecer genuinamente apasionada, así que está a un par de implantes de vender un millón de descargas.

Fischerspooner: Newyokers especializados en enmascarar plagios. Eviten llevar objetos de valor a su concierto, este dúo electroclash roba con elegancia y discreción.

Frances: Jovencita británica nacida al calor del éxito de Adele y Sam Smith. Aún más melodramática que ella y todavía más melosa que él. Están advertidos.

Gin Wigmore: Exótica neozelandesa que empezó como rockera de raíces (rubias) antes de mutar a diva pop enojada y traviesa. Su voz es literalmente irresistible: el maullido de un gato en llamas es más relajante.

Grimes: Nombre artístico de Claire Boucher, una pizpireta canadiense capaz de hacer cualquier cosa, incluso destrozar sus estupendas canciones cada vez que se sube a un escenario.

Haim: Jonas Brothers del indie.

Kraftwerk: Dinosaurios electrónicos y grandes aspirantes a montar el mejor mannequin challenge del festival si la artrosis se lo permite.

Lana del Rey: Su personaje de angustiada ex-alcohólica apesta a fake y esa pose entre lánguida y viciosa solo funciona en los catálogos de Mango.

LCD Soundsystem: James Murphy. Nunca nadie con tantas ansias por ser moderno envejeció tan pronto.

Lost Frequencies: Felix de Laet, DJ  y productor belga. Famoso por convertir canciones de otros en sintonías para comerciales de anís.  No es broma.

Louis the child: Ni idea.

Mark Ronson vs Kevin Parker: Astuto productor inglés y neohippy australiano se unen para masajear sus egos. Solo para fans de machos alfa en trance.

Parquet Courts: Estos son muy buenos, me gustan incluso a mí.

Peter, Bjorn & John: Trío de suecos con innegable talento para el indie pop de digestión fácil. Son perfectos para un festival como el Corona: sus canciones se pueden tatarear, bailar y olvidar inmediatamente.

Pet Shop Boys: Dúo británico atrapado en un desfile de orgullo gay para rucos. It’s a sin.

Richard Ashcroft: Hermano pobre del britpop. Sin el carisma de Jarvis Cocker, sin la astucia de Damon Albarn, sin los huevos de Noel Gallagher, sin el fleco de Brett Anderson. Sin nada.

Sofi Tukker: Esta pareja neoyorkina tiene todo lo necesario para convertirse en la nueva revelación hipster. Son sofisticados, sintéticos, aparentemente exóticos y tan insustanciales como una nueva tienda de viniles en la Roma.

Suede: Ya en los 90s avergonzaban a cualquier fan de Bowie que se respetara a sí mismo. Imagínense ahora.

Super Furry Animals: Banda galesa con un gran nombre y algunas canciones retro hechas con estilo. Regresan para ver qué les cae del revival noventero, cuando ya en su día eran puro revival 60s.  Es el signo de los tiempos.

Tegan and Sara: Love of lesbian.

The Killers: Banda estadounidense con un chico muy guapo al frente y un chingo de canciones heroicas para publicistas  y adictos a la épica de evento patrocinado.

Unknown Mortal Orchestra: Proyecto de Ruban Nielson, tipo rarito instalado en Portland. Lo suyo oscila entre la psicodelia facilona y un electropop exuberante que se queda a la mitad de cualquier sitio.  Quieres que te guste, pero es imposible.

Warpaint: Cuarteto de angelinas. Son como el reverso oscuro de las Runaways: sobrias, evocadoras, intensas.  Aburridísimas.

Wild Beasts: ver Caveman.

Wild Nothing: Proyecto de Jack Tatum, un muchacho muy bien peinado que se suma al revival post-punk y al abuso del reverb para que parezca etéreo lo que es soporífero.

Yeasayer: Producto típico de New York: pretencioso, chic, calculador y con recursos de sobra para seducir a los incautos. Debe ser la banda favorita de Donald Trump.

Young fathers: La mejor banda escocesa desde The Beta Band, lo cual no es decir mucho.

Yuck: Fueron encantadores con Digger, así que cualquier cosa desagradable que se diga de ellos solo podría venir de un mamón amargado y pretencioso. Y nosotros no somos así.

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