La Isla Mínima es la historia de dos detectives con personalidades totalmente opuestas que durante la investigación para encontrar a un asesino serial en la parte más recóndita de España, se irán conociendo y deberán adaptarse a sus diferencias para resolver las desapariciones de niñas que están perdiendo la vida en un pueblo olvidado de Dios.
Tal vez esta breve descripción suene mucho a True Detective, el hito televisivo escrito por Nic Pizzolato y que puso a Matthew McConaughey por primera vez en el mapa de grandes actores. Pero estas similitudes son sólo coincidencia: el rodaje de la Isla Mínima terminó justo un mes antes que el estreno de True Detective en Estados Unidos. Estos datos sólo refuerzan el poder argumental y la gran producción que se logró en la película del director Alberto Rodríguez, quien recibió este año el Goya a la mejor dirección y mejor película por la Isla Mínima.
La historia se encuentra ambientada en los años 80, justo en los días posteriores al fin de la dictadura de Franco; dos mentalidades, la de la España moderna y la tradicionalista se tienen que unir para resolver un caso criminal. La fotografía y la música hacen de esta historia, ya de por sí siniestra, una experiencia rara vez encontrada en el cine iberoamericano; tal vez sólo comparable con El Secreto de sus Ojos de Juan José Campanella.
